Mucho frío por la noche. Tengo que dormir con 2 mantas, por la mañana esta toda la ropa tendida mojada por el rocio. Así que hoy la mochila hace de tendedero.
Desayunamos en el albergue, y muy bien. Me abrigo y empezamos a andar. Llevo una ampolla en el talón que molesta, pero cuando el cuerpo se calienta molesta menos.
Tomamos café en El Ganso,un pueblo precioso, en un bar llamado Cowboy que es una especie de Bar Costales. Hasta el dueño es parecido. Le digo que soy de Malaga y dice que la conoce, el Barrio de la Luz y el Scandalo. Jejé. Un pieza, vamos.
Hoy toca montaña de nuevo, ¡por fin!, y los paisajes y los pueblos son preciosos durante todo el camino.
En Rabanal del Camino parada de descanso, 5 minutos, como siempre decimos y luego se alarga bastante mas. Hay WIFI y subo las fotos de ayer. Hay que aprovechar estos sitios.
Seguimos hasta Foncebadón, que está justo antes de la Cruz da Ferro. El paisaje es alucinante. Subimos bastante y llegamos al pueblo, que son unas pocas casas semiderruidas. Paramos a tomar un refrigerio en el albergue y a que descansen los pies. El albergue parece un poco una comuna hippy, tiene muy muy buen rollo. Mucha gente se queda allí. Cuando salimos llegan Rubén y Carmelo, que también pernoctan allí.
Nosotros seguimos, para variar.
La Cruz da Ferro no es nada especial, pero está en uno de esos sitios que desprende paz y magia.
Sesión de fotos y empezamos a bajar, sin saber si vamos a parar en El Acebo o Molinaseca.
Paramos en Manjarin, 2 casas abandonadas. Una de ellas es el albergue de uno que dice ser Templario. El albergue no tiene servicios, ni agua corriente ni nada. El "templario" se la juega a Mairead, y lo peor aun es que paso un buen rato pensando que cómo es posible que haya gente tan ladina. Es el primer personaje totalmente negativo que me encuentro en el camino.
Bajamos hasta El Acebo. Las vistas son preciosas.
Bajada dura y el pueblo es precioso. Compramos en una tienda el almuerzo y decidimos seguir. Cuando terminemos van a ser unos 41 km, pero hoy de montaña dura.
El siguiente pueblo es muy parecido al anterior. Precioso también.
Y ahora empieza lo bueno. Una bajada súper difícil, con mucha roca. Se hace eterna, pero merece la pena llegar a Molinaseca.
Parece un pueblo de cuento. A la entrada tiene un Rio y lo utilizan como playa.
Lo cruzamos con parada en tienda, donde me bebo un Aquarius de litro y medio en menos de lo que canta un gallo. Veo que la ampolla ha crecido, así que la pincho. Duele mucho, apenas puedo andar entre los tobillos, el cansancio y la dichosa ampolla. Y menos mal que compré las botas.
Ducha y hoy lavadora entre los 3. Pero como casi siempre, mi cabeza me traiciona y no meto toda la ropa sucia en la lavadora. Espero que mañana no haga mucho frío.
Tomando una cerveza en el albergue, para variar, me reencuentro con el italiano al que hace 4 días le dejé 20 €, me abraza con muchísimo sentimiento y me los devuelve. Esto es El Camino.
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